Vivimos en un clima de inseguridad e incertidumbre constante. La violencia se expresa de diversas formas relacionadas entre sí. Diariamente nos vemos sacudidos por hechos dramáticos que nos preocupan y conmueven.
El maltrato animal es un factor que predispone a la violencia social y, al mismo tiempo, una consecuencia de la misma. Forma parte de la continua cascada de violencia que nos rodea a todos como individuos y como sociedad.
La violencia inhibe el desarrollo normal de las personas o animales y puede causar daños irreversibles e irreparables. Adopta diferentes formas de expresión que pueden variar desde una ofensa verbal hasta el homicidio.
Dentro de la propia violencia de los actos, La crueldad es una respuesta emocional de indiferencia o la obtención de placer en el sufrimiento de otros, o la acción que innecesariamente causa tal sufrimiento. Ha llegado a ser considerada como un disturbio psicológico. La crueldad de los niños, que incluye a los animales, es un signo clínico relacionado a desórdenes antisociales y de conducta.
En los núcleos familiares donde hay violencia, ésta es más frecuentemente dirigida hacia los más débiles, lo que incluye ancianos, mujeres, niños y animales de compañía.
Debe hacerse énfasis en que la detección, prevención y tratamiento de la violencia hacia los animales es un acto de humanidad en sí mismo. Los animales son criaturas que se encuentran, en relación al ser humano, en un nivel de inferioridad dentro de la escala evolutiva; esto nos hace responsables de su bienestar, ya que tener supremacía lleva consigo una obligación, una responsabilidad.
Una persona que abusa de un animal no siente empatía hacia otros seres vivos y tiene mayor riesgo de generar violencia hacia otras personas. Se puede considerar como uno de los diagnósticos para determinar desórdenes de conducta. Si un niño nos habla sobre el maltrato a su animal de compañía, podría estar hablándonos también de su propio sufrimiento.
Algunas de las características comunes que suelen tener los niños que abusan de los animales son:
- sentirse indefensos y bajo el control de otros
- usan a los animales como víctimas para demostrar su autoridad y poder
- emplean a los animales como chivos expiatorios por el enojo que sienten hacia otras figuras de autoridad que los maltratan
- son discriminados de algún modo
- reciben castigos severos
- tienen baja autoestima y sienten gran recelo contra la sociedad
- tienen bajas calificaciones y están aislados socialmente.
Igualmente, características del contexto familiar de quienes abusan o maltratan animales son:
- adultos que fueron abusados sexualmente en la infancia
- adolescentes que presentan una relación con sus padres, familia y compañeros más negativa que los no maltratadores.
- El abuso hacia los animales es más frecuente en hogares en los que existen otras formas de violencia, el alcohol o abuso de drogas.
La educación que se les da a los niños les ayuda a establecer sus valores y patrones de comportamiento. Ellos adquieren sus principios morales y éticos imitando a los modelos que tienen a su alrededor.
Ver también otros dos artículos del dossier publicado por “El Universal”:
- “Violencia a nombre del arte” de Gustavo Larios, abogado y fundador de la ONG “México Antitaurino”.
- “Evolución moral pendiente” de Alejandro Herrera Ibáñez, Doctor en Filosofía.